Es horrible no recordar su voz, su mirada, su cabello estático, sus manos que expresaban más que sus propias palabras. Es horrible tener que extrañarte cuando si quiero, puedo ir corriendo a verte y gritarte todo lo que me haces falta.
Pero no puedo. O quizás no quiero.
Mientras tanto, el dolor me consume, mientras tanto, te sueño un poquito más, mientras tanto me dejo caer al barranco del olvido, esperando encontrarte en algún momento, con tus brazos extendidos, preguntándome qué pasó, por qué caí, por qué nos olvidamos de la esperanza, de la fe, del amor, de la unión. Y yo te voy a abrazar tan fuerte que no te voy a querer soltar.
Entonces ahí me voy a despertar y el sabor amargo de tu partida me va a arruinar las noches que me queden por delante.
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